Se conoce que la leyenda de la llorona
ha atravesado casi toda América Latina y se ha propagado en boca en
boca, de generación en generación, con versiones diferentes unas a las
otras. Pero, ¿Será cierto lo que se cuenta en esta historia?
En México, se dice que la historia
tiene inicio a las cercanías del Lago Texcoco, cuando una mujer indígena
se enamora desesperadamente de un español muy guapo, apuesto y amable.
Él era un hombre con cabello oscuro, con bastante rudeza y una sonrisa
que le ayudaba a conquistar a cual mujer se le atravesara; si éste
quisiera.
Esta señorita poseía una increíble
belleza, tenía el cabello oscuro, unas facciones únicas que encantaban a
más de una persona. Ella también tenía un rosto angelical y un cuerpo
muy bien formado, con atributos femeninos muy bien definidos. Se cuenta
que todos los hombres ansiaban tener su mano, pero ella se negaba pues
ninguno de sus pretendientes cumplía con sus expectativas.
Un día, mientras que la joven, que
hoy la conocemos como la llorona, se encontraba en las orillas del río
lavando la ropa, que habitualmente era una de sus labores favoritas, ya
que le permitía estar en contacto con la naturaleza, el sol y el agua
cristalina del río, el misterioso hombre del que ella se enamoró,
apareció de la nada. Inmediatamente sus miradas se cruzaron y este
caballero, lanzando miradas con destellos de felicidad, caminó hasta
donde ella se encontraba.
La saludó amablemente, a lo que ella
respondió con una dulce y tierna sonrisa. Hablaron largo tiempo se
contaban pasajes de su vida, intercambiaban sonrisa, roces y besos, y
ella cayó presa del amor. Luego de varios meses de relación intensa y
de un romance apasionado, ya no podían estar separados. El tiempo en
esta relación y tuvieron tres hijos, los cuales la mujer cuidaba con
mucho amor y cariño, tal y como una buena madre lo hace con sus hijos.
Pasado algún tiempo, resulta ser que
el español del que se había enamorado la llorona, era una persona
infiel, deshonesto, a quien que le gustaba enamorar a las mujeres con su
sonrisa de oro. Aunque la mujer deseaba que su relación se formalizara y
que se casaran de inmediato, no fue así. Ella muchas veces habló con él
y siempre la evadía, recordemos que ambos vivían juntos. Nunca quiso reconocerla como su esposa,
a pesar de tanto amor que le profesaba. Así que el decidió abandonarla y
después de su partida, pasaron varias semanas antes de que volviera a
escuchar de él.
Se conoce que la el hombre español, a
quien ella amaba mucho, contraería matrimonio con una mujer de alta
alcurnia dentro de unos cuentos meses. Esto le destrozó el corazón,
estaba destruida, dolida, llena de rabia. Fue entonces que la llorona
llevó a sus hijos, los tres frutos de su amor, que inocentemente la
siguieron,y sin remordimiento alguno, los ahogó a las orillas de río. Al
recapacitar y viendo lo que había hecho por despecho, la mujer tomó su
vida, ahogándose también y se convirtió en lo que hoy conocemos como la
llorona.
En la actualidad y sin duda alguna
todavía se escuchan los lamentos de esta mujer arrepentida por siempre,
una alma en pena, que jamás logra descansar y que todavía pregunta por
sus hijos en las calles más oscuras de la ciudad de México. Los que
corren la mala fortuna de toparse con ella aseguran que está vestida
completamente de blanco. Cuando sus lamentos se escuchan, es que está
más cerca de lo que parece. “Ay, mis hijos, ay mis hijos” es el llamado
que se escucha según cuenta la leyenda de la Llorona.
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