martes, 21 de marzo de 2017

el niño del bote

Existía lo que todos llamaban a la familia perfecta mexicana, el padre un buen trabajador, la madre una dulce señora y su hijo un revoltoso niño muy alegre, hasta la aparición del llanto del niño del bote, sus vidas no volverían a ser las mismas, más nunca.
Todo había empezado cuando decidieron mudarse a la calle Galeana en el año 1976, de hecho, hoy en día ya no es una urbanización de cálidos hogares, sino que es el puente encima de la avenida Ayuntamiento.
El carácter del niño cambió drásticamente, al solo pasar una semana de vivir en aquel lugar, estaba muy intranquilo, en su pequeño rostro empezaba a marcarse el cansancio por no poder dormir, tenía unas grandes ojeras moradas. Su hijo con valentía y ya cansado de quedarse dormido en el colegio, un día les preguntó

  • ¿Qué son esos extraños ruidos sobre la azotea? –
  • No es nada querido hijo – le respondió su mamá –
  • Suena como el llanto del niño del bote
  • No digas eso, seguro son pequeños gatitos ronroneando –
Le prohibieron volver a mencionar el asunto en la casa o a cualquier otro conocido, pensaban que su hijo necesitaba adaptarse a la nueva casa y después olvidaría estos
Pasaron algunas semanas y el niño seguía muy angustiado, por las advertencias no quería decirles a sus padres que seguía escuchando los extraños ruidos, a veces sonaban unos gemidos de sufrimiento y unas latas. Inventaba cualquier excusa para poder dormir con sus padres, ellos muy serios se lo negaban.
Una serena noche, la pareja dormía plácidamente hasta que oyeron un grito horrible de la habitación de su hijo, corrieron de inmediato a ver qué sucedía, sin embargo, no lo veían tal como siempre acostado en su cama, no estaba, desapareció.
Al apenas amanecer alertaron a todos los vecinos de la desaparición de su hijo y fueron en busca de ayuda de la policía, todos con esmero no paraban de buscarlo, luego de un día muy agotador los padres sin respuestas de su hijo, volvieron a su casa, subieron a la azotea y había un bote viejo de madera atado con un lazo.
El padre se encoleriza, alguien vino a su casa y se llevó a su hijo, fue corriendo a la habitación de su hijo y ve otro bote, apenas se le podía ver la cabeza escondida detrás del bote, su padre desesperado lo arrima a un lado, la expresión del niño era de un horrible grito y sus ojos abiertos como dos platos, tocó el rostro de lo que quedaba de él, aun estaba húmedo por lágrimas. Sus vecinos al enterarse del hecho decidieron llamarlo: el llanto del niño del bote.
Devastados empacaron sus maletas y decidieron irse lo más lejos posible. Ya asentados en su nuevo hogar, entre las sombras de la noche vislumbraron una pequeña silueta:
  • Mamá no me ayudaste, sigo teniendo mucho miedo porque aquí también hay ruidos extraños en la azotea – sus padres sin poder creer lo ocurrido y sobrecogidos se abrazaron fuertemente, hasta que desapareció el fantasma de su hijo –
No volvió a aparecer más nunca el fantasma de su hijo, los padres deprimidos por ver que su hijo sufría hasta en la muerte y que no podían hacer nada, se consolaban.
Sólo se podía oír sus finitos llantos inconsolables y extraños sonidos, tal cual algo se moviera, en la noche del aniversario de la muerte de su hijo. Los padres no pudieron con tanta pena y dolor, entonces le propusieron a la maldad que los acompañaba siempre que se los llevará con su querido hijo.

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